miércoles, 23 de febrero de 2011

Gracias



Atraparon mis pupilas las tuyas, con la delicadeza de la mano que acaricia la superficie de un lago en calma. En ese mismo instante murió el ayer y el hoy agonizó en una placentera sonrisa, mientras el mundo se desdibujaba a nuestro alrededor.
Tú que me regalaste un amanecer cuando más sumergida estaba en mi propia noche.
Tú que sanaste mi alma entre suspiros sin pedir nada a cambio, si cierro los ojos, aun en la distancia, puedo sentirte respirar.
Gracias por devolverme a la vida, por recordarme que puedo ser feliz.

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