Ríos de lava sinuosos avanzan en la oscuridad de la tierra que me rodea.
El anochecer llega en vano, hoy no tengo tiempo para estrellas; se encuentran mis océanos creando rocas ígneas, labrando sueños en Diorita a la usanza de los antiguos.
Hoy el fuego es el espíritu infundido por la diosa de los bardos y bailo con la lentitud del sendero ardiente, que sabe que la calma no impedirá que su huella permanezca más allá de los siglos.