martes, 21 de junio de 2011

Ojos que no ven...


Ciega, ciega ante la evidencia y el mundo.
Negándome a ver la luz al final del túnel que me llama imperiosamente. No es real, su calidez es una trampa. Oídos sordos, me doy la vuelta, camino vacilante, espinas hieren mis pies, noto la humedad de la sangre entre los dedos y dejo huellas carmesí como testigos de mi paso.
Llamo a un cielo oscuro, vacío de dioses y estrellas, la mirada perdida en un horizonte imaginario. No mires atrás, no mires atrás!!
Tropiezo agarrándome a las gélidas paredes para no caer. Dónde están los días luminosos? A dónde han ido?
Mueren los suspiros en el corazón y los sollozos se escapan de la garganta a golpes violentos.
Caigo finalmente, temblorosa, ya no veo la luz ni escucho su voz, pero el silencio tampoco es consuelo. Ceguera extrema, máxima, eterna.
Me quedaré en este lugar inhóspito hasta poder continuar, cubren las sombras mi cuerpo por completo y meciéndome suavemente mientras tarareo una canción, me sumo en las tinieblas que habitan en mi interior, hasta quedarme por fin dormida.